Genovés, una arqueologia del pánico
Pierre Cabanne, Enero 1991
¿Qué es este pueblo, este país que vemos desde el cielo, que tiene este aspecto petrificado de una ciudad muerta, medio arruinada? Un tipo de polvo, o de bruma de ceniza que cubre todo, cortado por la luz de focos cegadores en la pálida luz del día. En asombro los hombres corren en todas direcciones alarmados y perseguidos por esos poderosos barridos de luz. Si se juntan también están perseguidos sin merced. La alerta pasa y parece que vuelvan a estar en calma, en la playa o en la arena, en un crisol oscuro, colmado de multitud, los poderosos rayos paralelos de luz vuelven a encontrarles como las barras de una jaula.
Las pinturas de Genovés no describen escenas precisas, sino que son instantáneas abstractas e incluso innombrables de una vida violenta. Son flashes que agreden a la vista, no solo por sus contrastes brutales de sombra y de luz que acentúan el encuadre cinematográfico de lo insólito, que es una atmósfera de aquella arqueología del pánico. En 1969 Stuart Cooper hizo la película “A test of violence” utilizando secuencias de agresión y de represión de los cuadros de Genovés.
Estos cuadros son teatros de memoria. El pintor ha conocido, en la España de su infancia, las irrupciones repentinas de las “fuerzas del orden” que producían las fugas repentinas. Vio pueblos bombardeados y desiertos y culturas asoladas. La violencia de la dictadura fascista ha machacado lo que es familiar y cotidiano. Quedan estos sitios anónimos habitados por sus propias sombras donde el silencio reina. Un silencio de muerte.
En ciertos lienzos y gouaches la arena ha reemplazado a la ceniza. Las ruinas evocan una topografía milenaria como vista desde un avión. ¿Volverá el hombre? ¿Está escondido, invisible a nuestros ojos? En sus guaridas, manchadas de luz, las huellas de las sombras se alargan. Hay otros símbolos de la huida… En los cuadros españoles se puede decir que a veces el fondo come los colores claros, que la luz está absorbida por la oscuridad de la pintura en la noche.
Para Genovés es su primera exposición individual en París. Ha sido desde 1961 uno de los líderes en su país de la “nueva figuración”. Es uno de los miembros del grupo “Hondo” que responden a la crisis del arte informal y afirman la conciencia de la función social y política del arte. También pertenece a la “Crónica de la Realidad” entre 1964 – 1965 que surge como una respuesta a la invasión del Pop Art. Genovés, junto con el “Equipo Crónica”, el “Equipo Realidad” y personajes como Rafael Canogar y Arroyo, que a pesar de sus diferencias de lengua y de espíritu, siguen la misma búsqueda de una identidad moderna española.
El pintor, que tiene obras en grandes museos en Nueva York, Barcelona, Madrid y Cuenca y en el Museo de Arte Moderno de París, ha expuesto muchas veces tanto como parte de un colectivo como solo. Ha sido invitado a bienales en Venecia y en Sao Paulo y en Francia, en la bienal de París en 1961, en la exposición “La figuración narrativa en el arte contemporáneo” en 1965, en el “Arte vivo 1965-1968” en la Fundación Maeght y en la bienal de Menton en 1975.
En pintura de Genovés uno descubre a través de sus últimas obras que habla directamente al hombre, denuncia las agresiones que sufre: nunca está solo, sino preso de una tormenta colectiva de desamparo y angustia. Su lenguaje encuentra sus resonancias en el fondo trágico de la España negra, de su liberación y su fatalidad. Sus obras tienen una presencia visionaria que no es solo moderna, sino perenne.